Vivir en una residencia de estudiantes en Estados Unidos se ha convertido en un lujo que muchos universitarios y sus familias deben afrontar con gran esfuerzo económico. 

Según Rocío, una joven española que vive en una residencia de estudiantes en Georgia, los costes de alojamiento en las universidades estadounidenses han alcanzado cifras astronómicas, representando una carga significativa en el presupuesto familiar.

Precios y valoración

La estudiante revela que el precio medio de una residencia universitaria en Estados Unidos varía considerablemente dependiendo de la ubicación y el tipo de habitación. 

Los precios se mueven entre los 3.611 dólares y 4.368 dólares por semestre, dependiendo de si se opta por una habitación doble o individual. Esto se traduce en un gasto mensual que oscila entre 722 dólares en la opción más económica y 873 dólares en la más costosa.

“Teniendo en cuenta cómo son las habitaciones, no merece nada la pena”, son las palabras de Rocío en un vídeo de su cuenta de TikTok realizando una valoración sobre estos alojamientos.

Todo esto se debe a varios factores: el aumento en los costes de mantenimiento de las infraestructuras, la demanda constante de espacios habitacionales debido al crecimiento de la población estudiantil y la necesidad de modernizar las instalaciones para competir con otras universidades.

Además, el impacto de la inflación en el sector inmobiliario también ha contribuido a esta escalada de precios.

Para muchas familias, estos costes se suman al ya elevado precio de las matrículas universitarias, que en Estados Unidos pueden superar los 50.000 dólares anuales en instituciones privadas. Esto ha llevado a un aumento en la demanda de préstamos estudiantiles, agravando la crisis de deuda que afecta a muchos jóvenes.

A pesar de estos elevados costes, vivir en una residencia universitaria sigue siendo una opción popular debido a la comodidad y la experiencia de inmersión en la vida universitaria que ofrecen. Sin embargo, cada vez más estudiantes españoles optan por alternativas más económicas, como compartir apartamentos fuera del campus o vivir en casas de acogida con familias para ahorrar dinero.

También hay que tener en cuenta las diferencias regionales en los costes de las residencias. En ciudades como Nueva York, Los Ángeles o Boston, los precios tienden a ser más altos debido al elevado coste de vida en esos lugares. En contraste, en ciudades más pequeñas o en áreas rurales, los costes pueden ser más bajos, aunque las opciones de alojamiento también son más limitadas.

Daniel Ballester