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Me alojé en un barco de 110 años reconvertido en hotel frente al mar: fue un gran respiro de la jungla de cemento en la que vivo

La vida en Singapur, un pequeño estado insular del sudeste asiático apenas más pequeño que Nueva York, puede resultar claustrofóbica.

Las escapadas de fin de semana a las islas cercanas son muy populares entre los residentes. Bintan, una isla indonesia a solo una hora en ferry de ida y vuelta desde Singapur por 107 dólares singapurenses (75 euros), es una de las mejores opciones.

Cuando el ferry entró en el puerto de Bintan, vislumbré por primera vez lo que sería mi hogar durante las siguientes 36 horas: un gigantesco barco de 110 años reconvertido en hotel.

Acerca de Doulos Phos The Ship Hotel

El barco, readaptado para convertirse en hotel en 2019, fue construido en 1914, solo dos años después del hundimiento del Titanic.

Fabricado en Texas, fue un carguero que transportaba cebollas desde 1914 hasta 1948. Hasta 1953, fue un barco de pasajeros que transportaba peregrinos a Roma.

En 1953, fue adquirido por una compañía de cruceros y sirvió como barco de pasajeros antes de ser vendido a un misionero cristiano en 1977. Allí pasó 33 años como biblioteca flotante navegando por todo el mundo.

Cuando fue retirado del servicio en 2009, a los 95 años de edad, el barco obtuvo un récord Guinness como el buque oceánico de pasajeros en activo más antiguo.

El empresario singapurense Eric Saw compró el buque en 2010 y dedicó nueve años a encontrar su lugar de descanso definitivo.

Desde el primer momento, me sorprendió la inmensidad del barco

Cuando mi taxi dobló la esquina de la terminal del ferry, pude contemplar las enormes dimensiones de este barco-hotel de 131 metros de eslora.

Atracado en seco en un terreno ganado al mar en forma de ancla, el hotel cuenta con 105 habitaciones inspiradas en las cabinas de los barcos, tres restaurantes, una piscina infinita con vistas al mar, un gimnasio y un spa.

El vestíbulo era luminoso, brillante y espacioso. Mientras hacía el check in, me dieron un refrescante vaso de zumo de naranja frío, un agradable respiro del calor de casi 32ºC de la isla.

Su historia como buque oceánico era evidente: todo el personal vestía uniformes de inspiración marinera con motivos náuticos, sus habitaciones se llamaban camarotes y sus pisos, cubiertas.

La habitación era impresionante

Mi habitación, que era una suite ejecutiva, era espaciosa y demasiado grande para una sola persona. Tenía un sofá, un escritorio, una cama grande y una mininevera. Las ventanas tenían unas vistas preciosas de la costa de Bintan.

El cuarto de baño también era enorme, mucho más que algunas habitaciones de hotel en las que me he alojado.

La habitación costaba unos 87 dólares (unos 83 euros) la noche, lo que me pareció una buena oferta por el tamaño y las prestaciones. Business Insider pagó íntegramente mi estancia.

No había mucho que hacer, pero la visita fue fascinante

Pensé que las actividades a bordo del barco-hotel podrían haber sido más variadas. Lo más destacado fue la visita al barco, que se realiza dos veces al día, a las 10:00 y a las 16:00 horas.

La visita empezaba en las cubiertas superiores y el personal nos llevaba por las distintas suites del barco. Luego se dirigía a la sala de máquinas, en la cubierta inferior.

La sala de máquinas parecía la parte más intacta del barco. Una pared con mapas de docenas de países documentaba sus 95 años de navegación, y las tuberías y maquinaria conservadas me daban una idea del aspecto que debía tener el barco cuando estaba en funcionamiento.

Fuera del barco, en el borde de la isla ganada al mar en forma de ancla, estaba la piscina infinita del hotel. El agua era refrescante, y como estaba orientada al oeste, las vistas de la puesta de sol eran para morirse.

Había un pequeño spa, bancos y césped para sentarse.

El gimnasio tenía un techo tradicional de madera y estaba equipado con pesas, una cinta para correr, pelotas de gimnasia y otros aparatos básicos. Era pequeño pero tenía una bonita vista al mar

Aparte de eso, no había mucho que hacer. Pero, al vivir y trabajar en la ruidosa jungla de cemento de Singapur, me pasé buena parte del viaje mirando al mar.

Se notaba una extraña falta de viajeros

Una cosa que me chocó del lugar fue la inquietante falta de huéspedes. La mayoría de los visitantes durante mi estancia eran los misioneros que poseían el barco antes de que fuera desmantelado y que estaban en un retiro de grupo en el hotel.

Durante mi estancia entre semana, solo vi a un visitante que no formaba parte del retiro de los misioneros. La visitante, Truphena Omolo, de Kenia, era una profesora que trabajaba en Singapur y estaba haciendo una escapada a Bintan.

M contó que había encontrado el hotel en Booking y lo había reservado para cinco días y cuatro noches, pagando unos 400 dólares (380 euros) por el viaje.

La comida necesitaba mejoras

Soy un gran fan de la cocina indonesia y tenía muchas esperanzas puestas en la comida. El pollo estaba demasiado seco para mi gusto.

Omolo, la visitante de Kenia, señaló que, en su opinión, el único aspecto que el hotel podía mejorar era la comida.

«Creo que agradecería que hubiera variedad de opciones para la gente que es vegetariana», afirmó, añadiendo que las opciones para ella eran «escasas».

Volví a casa descansada

En general, volví del viaje muy revitalizada. Fue un lugar perfecto para una escapada rápida y barata de la vida de la ciudad.

Sin embargo, otros hoteles y resorts de Bintan con deportes acuáticos y campos de golf podrían ser una apuesta más segura para los viajeros que buscan más actividades.

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