El bono joven de alquiler, un caramelo envenenado para el descontento
Un día después de que decenas de miles de personas salieran a la calle para protestar por el drama de los alquileres, el presidente del Gobierno salió al estrado para hacer un anuncio: 200 millones de euros para jóvenes en bonos de alquiler. Estaría bien si no llega a ser porque ese mismo anuncio ya se hizo en mayo, y porque el bono joven, como medida para solucionar el problema de la vivienda, deja bastante que desear.
Que la respuesta del Gobierno a una manifestación multitudinaria por una emergencia habitacional de la que han alertado por activa y por pasiva desde organismos como el Banco de España sea un bono de 200 millones de euros plantea unos cuantos interrogantes: ¿Hasta qué punto la vivienda es una prioridad de Estado? ¿Sirven para algo más que para hacer ruido la batería de medidas anunciadas?
Según los expertos, el bono joven no. Más que una pastilla mágica para solucionar el problema de la vivienda, el bono de alquiler es un caramelo envenenado para el descontento. En Business Insider España analizamos por qué.
1. Llueve sobre mojado: el anuncio anunciado
En primer lugar, porque no es nada nuevo. Hace más de 2 años, el Gobierno anunció el bono joven de alquiler como la medida estrella de su plan estatal de vivienda. Se vendió tan bien que terminó eclipsando otras incluidas en el mismo plan.
La medida, por tanto, ya existía y su escaso impacto ha sido ampliamente criticado en el sector, incluso por los propios socios del Gobierno de coalición, que se han desmarcado.
En mayo de este año, el Gobierno anunció una ampliación de este bono, que es lo que Sánchez volvió a decir esta semana. En la teoría, el presidente habló de reaccionar «con contundencia». En la práctica, lo que hizo fue anunciar la repetición de un anuncio.
2. Un espejismo para la emancipación
Este punto se explica rápido: para acceder a la ayuda hace falta estar emancipado y pagar un alquiler, y el 83% de los jóvenes en España no consigue emanciparse.
«No puede decirse que sea una ayuda a la emancipación; en todo caso, sería una ayuda a las personas ya emancipadas», apuntan desde el Consejo de la Juventud de España (CJE). En otras palabras… una ayuda que llega al 17% de los jóvenes, y, aun así, no a todos.
3. Una ayuda inalcanzable
Lo advirtieron en su momento los expertos, y lo confirman los datos 2 años después de su aplicación: el impacto del bono joven de alquiler es bajísimo.
En España hay 2,8 millones de jóvenes menores de 34 años que viven emancipados y 6,7 millones que no han conseguido emanciparse.
En 2022, el Gobierno estimaba que esta ayuda llegaría a unas 60.000 personas. Por aquel entonces, el Consejo de la Juventud de España (CJE) calculaba que beneficiaría tan solo a un 1% de los jóvenes emancipados.
«Esta medida es completamente errónea y puede convertirse en una especie de lotería en la que sólo un puñado de personas jóvenes en España podrá tener fortuna y beneficiarse de las ayudas», criticaban entonces desde el CJE.
Hoy, con los datos de las ayudas concedidas, recogidos y elaborados por el CJE y los Consejos Autonómicos de la Juventud a través de los portales de transparencia de las Comunidades Autónomas, se puede corroborar que el impacto ha sido todavía menor: a nivel estatal, solo se ha concedido esta ayuda al 0,6% de las personas entre 18 y 35 años, para quienes iba dirigida esta medida.
La Comunidad de Madrid, por ejemplo, recibió 31 millones del Estado para esta ayuda, pese a tratarse de la comunidad con el mayor número de solicitudes. «Ya hemos concedido todo el crédito del que disponíamos», explican fuentes de la Consejería de Vivienda. Dio para ayudar a 11.000 personas, apenas el 0,5% de los jóvenes que residen en Madrid.
4. Donde hay problemas, no los soluciona, y donde no los hay… los crea
Para poder pedir el Bono joven de alquiler no vale estar viviendo en cualquier piso. Hace falta que el precio del alquiler sea inferior a 600 euros al mes. Este es el tope máximo, aunque el Gobierno abre la puerta a que en algunas capitales pueda subirse ese umbral hasta los 900 euros.
El problema es, a estas alturas, ¿dónde hay pisos a ese precio?
En Madrid y Barcelona, sólo un 1% de los pisos en alquiler cuestan 600 euros o menos. En Palma de Mallorca, un 2%, en Valencia un 4%, según datos de Fotocasa elaborados para BI España.
«¿Dónde están los problemas de vivienda de España? ¿En Mérida?», pregunta Gonzalo Bernardos, profesor titular de Economía y director del Máster Inmobiliario de la Universidad de Barcelona, que añade que «la inmensa mayoría de la población está pagando más de 900 euros al mes por un alquiler, y donde no es así, es porque no hay problemas».
Desde que se lanzó el Bono Joven de Alquiler, en enero de 2022, las condiciones de acceso no han cambiado: que el precio de la vivienda sea de hasta 600 euros al mes (900 en algunos territorios) o que se pague por una habitación hasta 300 euros al mes (450 euros en algunos territorios).
Pero en esos mismos 2 años en los que no han cambiado las condiciones de la ayuda, sí que han cambiado las condiciones en el mercado: el alquiler medio de una vivienda ha subido un 19,3% según Idealista, y un 8,1% en el caso de las capitales.
En las 3 principales ciudades por población (Madrid, Barcelona y Valencia), los precios de las viviendas en alquiler han subido todavía más: un 29,1% en Madrid, un 26,6% en Barcelona y un 32,4% en Valencia.
«Cada vez es más difícil poder encontrar pisos o habitaciones que se adapten a los requisitos para poder acceder al Bono Joven de Alquiler», confirman desde el CJE.
Actualmente, un piso de 60 metros cuadrados en el distrito Centro de Madrid cuesta 1.440 euros, según datos de Idealista, muy por encima de los umbrales marcados para poder conceder el bono de alquiler. Aún habiendo llegado a un acuerdo entre el Ministerio y la Comunidad de Madrid para ampliar el umbral de precio de la vivienda de 600 a 900 euros, la ayuda se quedaría 540 euros por debajo.
En el caso de las habitaciones, el precio medio en España ronda los 488 euros al mes en octubre, según datos de Fotocasa, muy por encima del máximo de 300 euros para poder conceder el bono. Pero es que en Barcelona se alcanzan los 638 euros mensuales por una habitación, y en Madrid los 573 euros. De nuevo, muy por encima de los umbrales contemplados por el bono.
Cuanto más popular es el mercado de alquiler en una ciudad, más caros son los precios. ¿Por qué? Porque hay muchísima demanda y muy poca oferta. «En estas ciudades la demanda sobra. Si le das una ayuda a la demanda, la estás calentando todavía más, y el problema de oferta sigue existiendo», añade Bernardos.
«Hay que tener en cuenta que una vivienda en alquiler en Madrid ronda los 1200 euros y en Barcelona los 1300 euros. Estos jóvenes dedican más del 55% de su salario a pagar la renta de su vivienda», explica María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa.
¿Por qué se pone un máximo para conceder la ayuda?
En la teoría, la idea de poner un tope máximo al alquiler tiene sentido. Lo que busca es evitar que los 250 euros de ayuda se trasladen al precio final de los alquileres. Esta es la principal crítica de Sumar, partido dentro del Gobierno, que esta semana se desmarcó de la iniciativa.
Si para recibir la ayuda pones un máximo de 600 euros, te aseguras que los propietarios no le repercutan los 250 euros del bono en el precio a los inquilinos, porque si el precio final supera los 600 euros, entonces ya no hay ayuda.
El problema está en que el máximo fijado deja fuera automáticamente a todas las ciudades donde hay problemas de alquiler, por lo que en estas, no lo soluciona.
¿Qué ocurre con las ciudades donde no hay problema de acceso al alquiler?
Que como el precio medio sí es inferior a los 600 euros, en éstas sí puede recalentar el mercado. Como los propietarios tienen margen para subir el alquiler hasta los 600 euros, el bono podría traducirse en una subida generalizada de los alquileres en esa zona.
«Si yo tengo un piso en Huesca y veo que el joven tiene 250 euros más, no le voy a bajar el alquiler, porque sé que a partir de ese momento tiene mayor capacidad de pago», aclara Bernardos.
Si finalmente se subiera el umbral a 900 euros, tampoco solucionaría gran cosa. Menos del 29% de los pisos de Madrid y el 18% de los de Barcelona tienen un precio por debajo de los 900 euros.
¿Reparto desigual entre comunidades?
Por otro lado, está el tema de que el Gobierno presupuesta 200 millones de euros para las ayudas, pero este importe se reparte entre las comunidades. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, critica haber recibido solo 31 millones de euros, siendo uno de los territorios con mayor tensión, más solicitudes y mayores dificultades de acceso a la vivienda.
5. Riesgo de que estimule el mercado negro
¿Qué puede ocurrir en grandes capitales donde el precio de los alquileres supere el máximo de 600 euros? Que los propietarios bajen el precio oficial del piso por debajo de ese umbral y pidan el resto en negro.
«El alquiler máximo está limitado a 600 euros (o 900 si así lo acuerdan las comunidades). Esto hará que los alquileres disponibles, especialmente en las zonas de mayor demanda de vivienda, se acumulen en esos límites, exigiendo un sobreprecio no declarado«, avisan desde Comisiones Obreras.
Desde UGT coinciden en que «los límites de precio para poder acceder a la subvención estimulan que el mercado se eleve».
6. El bono dura 2 años, los contratos de alquiler, cinco
Los jóvenes que reciban este bono tendrán una ayuda de 250 euros al mes durante 2 años. Pero, ¿y qué pasa después?
Resulta que la duración del bono son 24 meses, 2 años, pero los contratos de alquiler duran 5 años, y cuando alguien se emancipa lo hace con la perspectiva de ganar estabilidad.
«La gente joven que se va a emancipar, ¿cuántos años podrá estar en esa vivienda? Esto no es una medida permanente», zanja Bernardos.
«Este bono público solo sería un respiro temporal (para muy pocos), ya que no solucionaría el verdadero problema de raíz: la temporalidad, inestabilidad y precariedad laboral de los menores de 35 años de nuestro país», señala Matos.
¿Qué pasará con los jóvenes que se emanciparon con el bono dentro de 2 años? ¿Y con los que lo pidieron hace 2 años si ahora no lo reciben? ¿Tendrán que regresar a sus casas? Estas preguntas revelan la realidad del drama de la vivienda en España, pero también la precariedad e inestabilidad que los jóvenes sufren en el empleo. Una postal que difícilmente se solucione con un bono.