Asuntos de dinero 

Soy multimillonario y padre de tres hijos: les pago la universidad pero no me importó cuando uno de ellos decidió que no era para él

Crecí en una familia que pagaba lo justo. Todo lo que fuera más allá de las necesidades, tenía que encontrar la manera de pagarlo por mi cuenta. Cuando tuve edad para conducir, me compré un coche y me pagué la gasolina y el seguro. Más tarde, me pagué la universidad trabajando y pidiendo préstamos.

Mi familia trabajaba en el sector de la construcción, así que yo era hábil en ello. De joven empecé a buscar casas viejas para venderlas. Al principio no era lucrativo: mi primera operación me reportó 600 dólares (550 euros), tras más de 100 horas de duro trabajo. Pero aprendí rápido y con mi siguiente operación conseguí 40.000 dólares (36.600 euros). Seguí construyendo mi cartera inmobiliaria y también creé un software para ayudar a otros en el negocio inmobiliario.

Me hice millonario a los 33 años gracias a la inversión inmobiliaria. Hoy, a los 50, mi patrimonio neto ronda los 70 millones de dólares (64 millones de euros) . Eso conlleva mucha seguridad. Tengo libertad financiera para dedicar mi tiempo a lo que quiero, con quien quiero. Pero en muchos aspectos mi vida no es como la gente piensa que sería la de un multimillonario.

Aún voy a trabajar

Además de dedicarme al negocio inmobiliario, trabajé como planificador financiero durante siete años a los 20, por lo que pude ver cómo era tras el telón la vida de muchas personas de alto poder adquisitivo. Me sorprendió que uno de mis clientes más ricos siguiera yendo a trabajar. Pensé: «Voy a ser distinto a ti». Imaginé que si tenía suficiente dinero no trabajaría.

Ahora, sigo trabajando aunque podría jubilarme fácilmente, y me he dado cuenta de que un trabajo es mucho más que dinero.

Estoy viviendo una vida llena de propósitos que incluye hacer el trabajo que me gusta y que se me da bien. Invierto en el sector inmobiliario y dirijo varias empresas, entre ellas un curso de inversión inmobiliaria que utiliza un programa informático desarrollado por mí. He creado un ritmo en el que el trabajo encaja en un día lleno de satisfacciones.

Vivo en una granja y enseño a mis hijos a pensar como granjeros

Vivo en una finca de manzanos de más de 4.000 m2 en Ohio (EEUU). Es preciosa, pero también es una granja en activo. Mi mujer y yo crecimos aquí, nos conocimos en el instituto y de niños íbamos a recoger manzanas a la granja. La compramos para evitar que se urbanizara.

También nos dimos cuenta de que sería un negocio familiar tangible del que podrían aprender nuestros tres hijos, que ahora tienen 16, 22 y 24 años. Mucha gente hoy en día quiere gratificación instantánea: empezar algo hoy y ganar dinero mañana.

Nuestros hijos han crecido pensando como agricultores. Entienden que cuando plantamos árboles, pasarán tres años hasta que den fruto. Hay que trabajar duro y esperar antes de poder cosechar, y esa es una lección que quiero que lleven a sus vidas.

No compré coches a mis hijos

Podría haberles comprado el primer coche a mis hijos, pero quería que trabajaran para conseguirlo. Cuando tenían unos 14 años, mi mujer y yo les explicamos que pagaríamos la mitad de su primer vehículo y que ellos se harían cargo de la otra mitad. También tendrían que pagar su gasolina.

Pagué la universidad y permití que mi hijo la abandonara

Les dije a mis hijos que les pagaría la universidad. El mayor se licenció en Empresariales. Mi hijo mediano se matriculó en la universidad y terminó dos años antes de darse cuenta de que la universidad no era para él.

Tuvimos una conversación sincera, sin emociones. No me frustré ni sentí que había malgastado la matrícula, porque necesitó esos años para comprender que ese no era el camino para él. Mientras siga avanzando, no tengo ningún problema en que no tenga un título.

El dinero mide la acción, no el valor

Aprendí que el dinero no es una moneda de valor. Tener dinero no te hace bueno, y algunas personas ganan dinero por medios bastante malos.

Para bien o para mal, el dinero se siente atraído por la acción. No existe una idea millonaria, a menos que la pongas en práctica. Cuando mi hijo abandonó la universidad, mi mayor preocupación era que siguiera adelante, porque la acción es el camino al éxito. Hizo mis cursos de inversión inmobiliaria y le di acceso gratuito a nuestro software (que normalmente cuesta 100 dólares al mes) para que pudiera construir su cartera inmobiliaria.

La salud y las relaciones son tan importantes como el dinero

Más adelante en mi carrera, empecé a asesorar a otras personas sobre cómo ganar dinero en el sector inmobiliario. Me sorprendió ver que algunos de mis estudiantes más exitosos financieramente estaban fracasando en otras áreas de su vida: estaban fuera de forma, no tenían salud mental o estaban inmersos en matrimonios que se estaban desmoronando.

Mi idea de riqueza es poder hacer lo que uno quiere, con quien uno quiere. Pero para que eso funcione, es necesario tener buena salud y relaciones enriquecedoras. La gente asocia el dinero con la libertad, pero la salud y los vínculos son igual de importantes.

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