El pueblo de Navarra con 34 habitantes y dos sucursales bancarias: por qué puede servir de modelo para la España rural
En el corazón del Valle de Aezkoa, Navarra, se encuentra Aribe, un pequeño municipio de apenas 34 habitantes que ha logrado lo que pocos pueblos de su tamaño: contar con dos sucursales bancarias operativas. Este curioso caso ha convertido a Aribe en un ejemplo insólito dentro del panorama rural español, donde el cierre de oficinas bancarias es una constante.
Un fenómeno único en la España rural
Aribe desafía las estadísticas. Mientras que la despoblación y la digitalización bancaria han llevado a la desaparición de muchas oficinas en municipios pequeños, este pueblo situado en la Merindad de Sangüesa cuenta con sucursales de CaixaBank y Caja Rural de Navarra.
Según los residentes, esto se debe en gran parte a la actividad turística de la zona, el movimiento económico relacionado con la ganadería y la cercanía a otros pueblos del valle que acuden a Aribe para realizar sus gestiones.
Aezkoa, está conformado por nueve municipios: Abaurrea Baja, Abaurrea Alta, Aria, Aribe, Garaioa, Garralda, Hiriberri/Villanueva de Aezkoa, Orbara y Orbaizeta. Entre todos suman 819 vecinos.
El impacto en la vida del pueblo
Las oficinas bancarias en Aribe no solo son un servicio práctico, sino también un punto de encuentro social. «En una oficina tan pequeña el trato es súper personal, a veces se pasa el límite de cliente-gestor«, dice Otsagabia, trabajador de la Caja Rural, explicando que se dan situaciones en las que él mismo ha llegado a pedir citas para renovación del DNI de clientes que no sabían hacerlo.
Las entidades bancarias también valoran la ubicación estratégica de Aribe dentro del Valle de Aezkoa, que lo convierte en un núcleo de servicios para localidades cercanas que carecen de sucursales. «Es el centro neurálgico», dice Juantxo Merino, vecino. «Todo se junta aquí», comenta Josetxo Eseverri Alzueta, encargado de CaixaBank.
El contexto nacional: una excepción a la regla
El caso de Aribe contrasta con el panorama general en España, donde el cierre de sucursales bancarias afecta especialmente a las zonas rurales. Según el Banco de España, más de 4.000 municipios carecen de acceso físico a servicios financieros, lo que obliga a miles de personas a desplazarse largas distancias para realizar trámites básicos.
En este sentido, Aribe es un ejemplo de cómo los bancos pueden contribuir a mantener vivos los servicios en zonas rurales, especialmente en aquellas con un cierto dinamismo económico y turístico.
«La gente mayor sí que echaría en falta las oficinas si no estuvieran», comenta Ander Goikoa, médico del valle y natural de Orbaizeta, aludiendo a que la gente joven suele hacer trámites bancarios a través del móvil.
Un modelo para otros pueblos
El caso de Aribe pone sobre la mesa la necesidad de replantear las estrategias bancarias en las zonas rurales. Iniciativas como las oficinas compartidas, los servicios itinerantes o las alianzas entre entidades podrían replicarse en otros municipios pequeños para garantizar el acceso a los servicios financieros y combatir la exclusión bancaria.
Mientras tanto, este pequeño pueblo de Navarra sigue siendo una rara avis en España, demostrando que incluso las localidades más pequeñas pueden conservar servicios esenciales con el apoyo adecuado y una comunidad activa.