El 14 de julio de 2021 nació Gael, convirtiendo ese día en el más feliz de mi vida. Llevaba mucho tiempo con ganas de ser padre y estaba convencido de que me encontraba preparado para ello. Pero, por muy concienciado que estés, supone un cambio tan profundo que siempre existen dudas y preocupaciones.
Ni yo ni mi pareja fuimos de esas personas que se pasan 9 meses devorando libros acerca de la maternidad. De hecho, no nos leímos ninguno. Las dudas (muchas) que nos surgieron cuando Gael ya estaba aquí, las fuimos resolviendo según aparecían.
Sin embargo, aunque trates de abstraerte al máximo de la tendencia natural de informarte compulsivamente y sólo hablar de eso, es inevitable que te lleguen comentarios, consejos o trucos. Y, sobre todo, advertencias del tipo: «Ahora ya olvídate de viajar. Y lo de salir ya es historia. Nosotros ya ni vemos series».
Tanto Vero como yo escuchábamos esos avisos y pensábamos: «Pues yo creo que vamos a seguir haciéndolo, pero vamos a esperar, que cuando tanta gente te lo dice…».
Este artículo es para decir que no, que no es imposible. Ni muchísimo menos. Gael ya tiene más de 2 años y —con cambios y a menor intensidad— seguimos viajando, saliendo y viendo series.
No es que seamos especiales, nada más lejos de la realidad. Tampoco contamos con abuelos y abuelas a los que encasquetarles al niño. De hecho, vivimos en Zaragoza y nuestras familias se reparten entre Valladolid y Salamanca, así que aquí sólo tenemos amigos y amigas (que echan una mano cuando se les requiere).
Quiero compartir con vosotros cómo lo hacemos. Eso sí, dejando claro de antemano que es posible que este artículo te decepcione, porque no hay nada distinto. Ninguna fórmula mágica.
Atrévete a viajar
Habida cuenta del gusto por viajar que tenemos mi mujer y yo, una de las observaciones repetidas fue la de: «Menos mal que habéis viajado bastante, porque ahora ya…».
Nos opusimos a ello desde el primer momento. Así que, con sólo un mes, nos fuimos a un bungalow a Cambrils (Tarragona). Lógicamente, no nos quedamos tomando copas hasta las 5 de la mañana, ni tirados en la playa horas y horas. Pero allí estuvimos: buscando sombras, paseando y cenando a las 8 en vez de a las 10. Todo es cuestión de adaptarse.
A los 6 meses llegó el momento cumbre: nos fuimos a la República Dominicana. En el avión, lejos de asustarse, Gael sonreía mientras los demás nos mareábamos. Y allí, empezamos a descubrir lo que le gustaba el agua, cuando, mientras su madre y yo nos tomábamos un cóctel, él disfrutaba en su flotador alrededor de la barra.
Estaba claro que podíamos viajar con el bebé. Así que después llegó un recorrido por Grecia (Atenas y 4 islas), Francia, Portugal, y varios viajes más cortos. El último, otra prueba de fuego que se saldó con sobresaliente: su primera vez en una tienda de campaña.
Aparte de los viajes en familia, están los viajes en pareja o solos. En su primer año de vida, Vero y yo nos fuimos un fin de semana a un precioso hotel en Alquézar (Huesca). ¿Y sabéis qué os digo? Que no eché de menos a Gael, que fue una decisión acertadísima y que hemos decidido repetirla, al menos, una vez al año. Lo anterior no es óbice para que me lo comiera a besos en cuanto entré por la puerta.
También están los viajes con amigos, amigas o solos. En mi caso, uno fijo al año con mi mejor amigo para ver al Athletic de Bilbao. En el de Vero, lo que vaya surgiendo. También es necesario hacerlo. Por salud mental, sobre todo.
No te quedes dormido con él y podrás ver series
Este también fue un lugar común en los meses previos al parto: se acabó lo de ver series y películas. Pues tampoco. ¿Vemos menos que antes? Por supuesto. ¿A veces tardamos 3 días en ver un capítulo? Correcto. Pero se puede.
Y no hacemos nada especial, sencillamente, intentar que el niño tenga cierta rutina de sueño, que se duerma entre las 21 y las 22, y que la persona que ese día se encargue de dormirle (cuando era más pequeño paseándolo, luego simplemente estando, y ahora leyéndole un cuento) haga el esfuerzo de levantarse cuando él ya ha caído.
Nos levantamos a las 7, o sea que no es que no madruguemos, pero nos merece la pena dormir un poco menos y tener ese rato para nosotros.
Salir de fiesta
Hay una cosa que repetí muchas veces antes de que naciera Gael: «Yo ya he salido mucho de fiesta, así que no creo que por eso tenga problema». Pero añado: «Eso no quiere decir que, de vez en cuando, me siga apeteciendo una buena juerga».
¿Y cómo lo hacemos? Aprovechando para salir juntos (imprescindible para mantener el bienestar de la pareja) cada vez que la abuela o el abuelo vienen a vernos. Cuando es imposible hacerlo en pareja, salimos por separado. No tenemos un Excel en la pared, pero tratamos de repartir las salidas de manera equitativa. Generosidad, comprensión y ganas de cachondeo son suficientes.
‘Bonus track’: hacer deporte
Una cosa más: hacer deporte. He completado 3 maratones, unos cuantos medios maratones y varios triatlones. Ha habido épocas de mi vida en las que le he dedicado mucho tiempo al deporte. Ahora, obviamente, no dispongo de tanto tiempo, seguramente no volveré a hacer un maratón (tampoco creo que lo hubiera hecho sin ser padre), pero sí tengo tiempo para hacer deporte.
¿Cuándo? Por ejemplo, un día a la semana después de trabajar, a eso de las 20. Un día en el que es Vero la que se encarga de dar de cenar y de dormir a Gael. Al día siguiente me tocará a mí.
Y también los fines de semana. Yo soy el que se levanta cuando, a eso de las 8, Gael reclama atención. Estoy con él hasta las 10, más o menos, y despierto a mi pareja. Entonces, es ella la que se queda con el niño, mientras yo salgo a correr, con la bici o me voy a nadar, aproximadamente, otras 2 horas.
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