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¿Por qué algunas feministas adoran ‘Barbie’ y otras la odian?

Barbie no es una película infantil sobre una muñeca. Eso ya lo sabemos todos. Está claro que tiene una clara intención feminista, ¿pero lo consigue? Desde su estreno, la película de Greta Gerwig no ha dejado de arrasar en taquilla, con opiniones mayormente positivas. No obstante, quizás por las expectativas generadas, hay quien se queja de que no es una buena película sobre feminismo. De que hay miles de películas mucho más feministas, que no han tenido la misma repercusión. Y es cierto, ¿pero hasta qué punto es eso algo malo?

Es importante destacar que este es un artículo de opinión, con bastantes spoilers. Y también que es totalmente lícito que haya visiones diferentes sobre cómo se aborda el feminismo en Barbie. Ahora bien, ¿por qué, a mi parecer, ha habido opiniones tan diferentes entre feministas? Posiblemente porque no es un ensayo ni una película sesuda sobre el tema.

En Barbie se exponen los problemas del patriarcado mediante algo similar a una reducción al absurdo. Se muestran los extremos. Por un lado, el mundo inicial de Barbie, en el que el poder reside en las mujeres, y por otro, el nuevo modelo impuesto por Ken tras viajar a la vida real. Puede que no sean extremos reales, y eso es lo que ha molestado a algunas feministas, pero también es cierto que es una forma curiosa de exponer el problema, sobre todo a las niñas y adolescentes que vayan a ver la película pensando que solo van a ver la vida de una muñeca.

Decir que no sin miedo

Algo que llama la atención de la primera parte de la película es la contundencia con la que Barbie rechaza a Ken cuando este le propone quedarse en su casa. “No, porque no quiero”. Con una sonrisa y sin afán de hacer daño. Simplemente expresa su opinión.

Barbie vive en un mundo perfecto, en el que nunca ha pasado por la incomodidad de que un hombre le insista para pasar tiempo con ella. No ha pasado miedo por la reacción de algunos hombres (no todos) ante un rechazo. Por eso, expresa su opinión libremente. 

Esto es algo que ocurre casi al principio de la película y que marca la que va a ser la tónica de su argumento. Un análisis del feminismo desde los extremos. Y, por supuesto, con humor.

El feminismo a través de los clichés del patriarcado

Algunas personas también han criticado Barbie por ser una película llena de clichés. En mi opinión, este es un problema cuando se cae en el cliché por accidente. Pero, en el caso de Barbie, los clichés se acumulan, uno detrás de otro, de forma totalmente deliberada y con una intención clara: que las niñas, adolescentes y mujeres que vean la película se sientan identificadas. Y, con suerte, que algunos hombres también lo hagan.

Las mujeres estamos empezando a hablar sobre estos temas en los años recientes. Antes, como mucho, los comentábamos entre nosotras, pero no los compartíamos públicamente. Ese es un problema, ya que, si algo no se cuenta, parece que no existe. Barbie hace una reducción al absurdo, pero todo lo que muestra es real.

Para empezar, se describe a la perfección el mansplaining. Este término se utiliza para describir a los hombres que disfrutan explicando a las mujeres cuestiones que ellas entienden a la perfección, incluso si insisten en que no necesitan saberlo. Casi cualquier mujer ha pasado alguna vez por esa situación. La periodista Rebecca Solnit lo cuenta muy bien en su libro Los hombres me explican cosas, en el que comienza relatando el día que un hombre trató de explicarle un libro que ella misma había escrito.

En Barbie vemos a los Kens enorgullecerse de explicar cuestiones que van desde el cine hasta la informática a Barbies que, en realidad, tiene formación de sobra para entenderlo. También vemos cómo se pelean por las mujeres como si fuesen trofeos, reduciéndolas además a una cara bonita que, si vive con ellos, es para servirles y trabajar en la casa.

Esto último es un patriarcado rancio, que por suerte ya no está tan vigente. Pero cuando Barbie y Ken viajan al mundo real sí que se observan cuestiones con las que todas nos hemos topado hoy en día.

El problema del techo de cristal

Cuando Ken acude en busca de trabajo en el mundo real, en una de las empresas le dicen que hoy en día todo es más fácil para las mujeres. Porque eso es lo que dicen muchos empresarios. Se quejan de que se les dan facilidades a las mujeres, cuando en realidad, lo que se intenta, es equiparar las oportunidades de las que históricamente han gozado los hombres en una práctica exclusividad.

Pero aún no se ha conseguido equiparar, por mucho que algunos se quejen. Las oficinas de Mattel son un buen ejemplo de ello. Y es que, a pesar de que la empresa fue fundada por una mujer, absolutamente todos sus directivos son hombres. Además, cuando Barbie les pregunta por qué no hay mujeres, ellos se enorgullecen de haber tenido a una directora en los 90.

De nuevo estamos ante un extremo jocoso. Una reducción al absurdo. Pero en la vida real lo vemos en muchísimos sectores. En ciencia, por ejemplo, existe lo que se conoce como el techo de cristal. Este consiste en que, incluso en las carreras en las que la mayoría de personas son mujeres, en los puestos directivos sigue habiendo hombres. Hay laboratorios con porcentajes altísimos de científicas que siguen teniendo a un hombre como jefe de grupo. Hay muchos motivos por los que esto ocurre. Entre ellos está el hecho de que las mujeres a menudo deben dejar la vida laboral aparcada para ser madres, y esto en algunos sectores es algo que no solo no se facilita. Se penaliza.

Además, dado que en el pasado se le pusieron muchas trabas a las mujeres para acceder a ciertas carreras profesionales, hoy en día muchas tienen menos experiencia que los hombres. Juegan con una clara desventaja por la que es lógico que se les den ciertas ayudas, que para nada pretenden que ellas estén por encima de los hombres. Simplemente buscan la igualdad. 

De hecho, hay una parte de la película en la que se hace referencia a esto. Al final, cuando se intenta volver al mundo de Barbie inicial, se les permite a los Kens tener puestos de más responsabilidad, pero no tan altos como los de las Barbies. Porque, al fin y al cabo, llevan años de desventaja y tendrán que hacerlo poquito a poco. Es una clara referencia a lo que, a la inversa, ocurre en la vida real. Si vemos la película y nos parece injusto para los Kens, deberíamos pensar profundamente en ello.

De la Barbie perfecta a la Barbie normal: un claro ejemplo de feminismo

Barbie ha evolucionado mucho desde sus orígenes. Inicialmente mostraba un cuerpo imposible, con el que las niñas se comparaban, llegando a menospreciar el suyo. Por eso, con el tiempo se han ido añadiendo Barbies con tallas muy variadas, colores de piel diferentes y todo tipo de profesiones. Con esto también se intentaba mostrar que, como ella, una niña puede ser lo que quiera ser: desde veterinaria hasta astronauta.

Pero hay un problema que también se muestra en Barbie. ¿Qué hay de malo en no ser excepcional? Uno de los momentos más reivindicativos de la película es el discurso motivacional de Gloria, la trabajadora de Mattel, que le habla a Barbie sobre lo que es ser mujer en el mundo real. Le habla sobre la importancia de la perfección. Aún en la actualidad, las mujeres intentan ser perfectas para que se las tome en serio en su profesión. Perfectas estéticamente para sentirse integradas en los cánones de la sociedad. Estudiantes perfectas, madres perfectas, hijas perfectas…

A las mujeres se les marca un sendero del que no deben salir. Si un hombre ha tenido muchas parejas, es un don Juan. En cambio, si una mujer se ha salido de la senda y ha tenido varias parejas, es una fresca o una persona inestable que no sabe mantener a un hombre a su lado. Si un hombre habla de sexo, es una persona abierta. Pero, si una mujer hace lo mismo, es una desesperada. Así, con multitud de cuestiones. Los límites del sendero de los hombres están muy bien difuminados, mientras que los de las mujeres parecen estar hechos con alambre de espino. A los hombres se les premia la normalidad, pero a las mujeres se les penaliza. Incluso la propia Barbie lo hace, de ahí que en la película intenten resarcirse, hablando de la que sería la Barbie normal.

Por todo esto, en mi opinión, Barbie sí que hace un favor al feminismo. Puede que las niñas y adolescentes que hayan visto la película simplemente se hayan divertido viendo a los Kens pelearse con flechas de goma y caballitos de juguete. Pero, quizás, en su mente se haya sembrado una semilla que germinará cuando les hagan un primer mansplaining. O cuando les pregunten en una entrevista de trabajo si tienen intención de ser madres. Quizás cuando un hombre las trate como si fuesen de su propiedad, bajo el falso pretexto del amor. Si esa semilla germina en el momento adecuado, Barbie habrá cumplido su función. Yo creo que puede hacerlo.