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¿Arrojarán la toalla los medios tradicionales tras la victoria de Trump?

Los medios en su vertiente más tradicional, aquellos que son adalides del periodismo con mayúsculas allende los mares, no han podido contener el copioso torrente de desinformación que ha brotado de las entrañas de la campaña con el foco puesto en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. De hecho, quizás por esta razón Donald Trump se impuso en las urnas en los comicios celebrados la semana pasada en el país norteamericano. A ojos de muchos el triunfo de Trump es sinónimo no solo de la derrota del Partido Demócrata sino también de los medios tradicionales que con tantísima frecuencia han demonizado al que será a partir del próximo mes del enero el nuevo presidente de Estados Unidos.

Al fin y al cabo, ninguna de las advertencias de los medios sobre los peligros solapados a la eventual reelección de Trump surtió efecto. Y tampoco los reportajes de investigación sobre las actividades criminales de Donald Trump impidieron que una clara mayoría de ciudadanos estadounidenses votara al candidato republicano en las elecciones presidenciales celebradas la semana pasada al otro lado del charco.

Actualmente la confusión (rayana en la incredulidad) reina en muchos medios de comunicación radicados en Estados Unidos. The Columbia Journalism Review teme que «la resignación y la apatía» terminen apoderándose de aquellos periodistas que desde 2016 llevan intentando contraatacar con periodismo serio y riguroso el bombardeo de «fake news» nacidas invariablemente al calor de los procesos electorales en Estados Unidos.

En una columna publicada en New York Magazine Charlotte Klein expresa sin ambages su temor de que los medios tradicionales puedan terminar capitulando tras la victoria de Trump.

Y la decisión de Jeff Bezos, propietario de The Washington Post, de no permitir que la prestigiosa cabecera estadounidense se decantara por ninguno de los dos candidatos a las elecciones podría ser solo el principio del fin de la capitulación del periodismo y de los medios «mainstream».

¿Seguirán los medios tradicionales enarbolando la bandera del periodismo de calidad tras la victoria de Donald Trump?

La pregunta que planea ahora sobre el ecosistema mediático estadounidense es si los medios tradicionales tendrán la fuerza y el arrojo suficientes para seguir plantando cara a la desinformación durante el segundo mandato de Trump, máxime cuando la guerra del próximo presidente de Estados Unidos contra el periodismo independiente no hará sino recrudecerse en los próximos cuatro años.

En virtud de lo recogido por el denominado «Proyecto 2025», un documento redactado por la organización ultraconservadora Heritage Foundation del que Donald Trump se ha desvinculado una y otra vez (aun cuando en su redacción han estado involucrados excolaboradores muy estrechos del expresidente), en el segundo mandado del republicano al frente de la Casa Blanca será previsiblemente más fácil confiscar los correos electrónicos y los registros de llamadas telefónicas de los periodistas. Y en este sentido, Trump podrá identificar con mucha más celeridad a quienes efectúen filtraciones sobre la Casa Blanca (para a continuación erradicarlos).

Además, y como ya demostró en su anterior mandato, el republicano quiere tener la potestad de vetar a periodistas a su antojo en sus conferencias de prensa.

Trump podría asimismo despojar de fondos públicos a medios financiados por el estado como la cadena de radio PBS. Se da la circunstancia de que PBS es hoy en día de manera en modo alguno casual uno de los grandes baluartes del periodismo crítico e independiente allende los mares.

En esta misma línea, a nivel local y regional, la nueva administración liderada por Trump quiere poner palos en las ruedas a las leyes anticompetencia actualmente vigentes en Estados Unidos para permitir que los inversores privados puedan ser propietarios de varias empresas de medios de manera simultánea.

Trump tendría asimismo intención de revisar la ley que hace a los propietarios de las redes sociales responsables del contenido que se abren paso en tales plataformas. Si se introducen cambios en esta normativa, redes sociales como X (de la que dueño el amigo y aliado de Trump Elon Musk) podrían ser eximidas de la responsabilidad de regular el contenido que se publica en sus dominios.

Lo que parece claro es que con Donald Trump en la Casa Blanca las condiciones para producir periodismo de calidad se verán notablemente mermadas. Así y todo, sigue habiendo mercado para el baqueteado periodismo de calidad. Hace poco The New York Times, una de las cabeceras más reputadas en Estados Unidos, lograba rebasar, no en vano, la barrera de los 11 millones de suscriptores.

Esther Lastra

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