Así es como los Sonny Angels controlan tu cerebro para que necesites tenerlos todos
Rosalía, Victoria Beckham, Dua Lipa y hasta la mismísima Abuela de Dragones. Son muchas las celebrities que se han sumado a la fiebre de los Sonny Angels, esos muñequitos de bebés desnudos con sombreros llamativos que puedes pegar en tu móvil o tu ordenador. La realidad es que, si lo pensamos fríamente, es difícil comprender cómo unos simples muñecos se han hecho con tanta fama.
Los japoneses son verdaderos profesionales creando juguetes y estos, basados en el dibujo animado Kewpie, son un buen ejemplo. Pero por mucha marca japonesa que tengan detrás, hay algo más que hace a los Sonny Angels toda una revolución.
Algo que, consciente o inconscientemente, toca los puntos necesarios en nuestro cerebro para que no los veamos como un trozo de plástico, sino como una necesidad. Ahora bien, ¿cuáles son esos puntos?
La importancia del factor sorpresa de los Sonny Angels
Uno de los detalles por los que los Sonny Angels se han hecho con tanta fama es que no podemos elegir el modelo que queremos. Hay temáticas: verduras, frutas, dulces… Y, dentro de esas temáticas, lo que compramos es una bolsa sorpresa. No sabemos cuál de los bebés nos saldrá.
He ahí el primer punto de nuestro cerebro que se activa con estos muñecos. A nuestro cerebro le encantan las sorpresas. Se vio muy bien en un estudio realizado por científicos de la Universidad de Emory y la Facultad de Medicina de Baylor en 2001.
El experimento consistía en utilizar un dispositivo que depositaba en la boca de un grupo de voluntarios un poco de agua o zumo de frutas. En algunos casos sabían exactamente lo que iba a caer. Sin embargo, en otros era totalmente aleatorio.
Mientras los voluntarios utilizaban el dispositivo, se sometieron a una prueba de resonancia magnética funcional, en la que se puede ver cómo se activan distintas partes del cerebro ante estímulos determinados. Observaron que los centros de placer se activaban mucho más intensamente cuando la recompensa, que era el zumo de frutas, era inesperada. Si la veían venir, sentían placer, pero no tanto. Además, la propia expectación causaba placer también. Se sabe que nuestro cerebro prefiere las malas noticias antes que la incertidumbre. El nerviosismo y el malestar es menor cuando se recibe una mala noticia que cuando se está esperando, aun sabiendo que existe la opción de que sea buena.
En cambio, si las expectativas son una buena noticia o algo neutro, esa incertidumbre sí que resulta placentera. Eso es lo que se consigue con los Sonny Angels. ¿Pero por qué no ocurre lo mismo, por ejemplo, con un Kinder Sorpresa?
Miedo a perderse algo
Desde que se acuñó por primera vez en 2004, el término FOMO (Fear Of Missing Out), se ha hecho bastante popular. Se utiliza para hacer referencia a esa incomodidad que genera no participar de un fenómeno de moda. Como cuando no salíamos un finde con los compañeros de la universidad y al lunes siguiente no se hablaba de otra cosa en clase. Nos sentíamos mal por habérnoslo perdido.
La era de las redes sociales ha magnificado muchísimo esta sensación. Si no participamos de las modas que se hacen virales, podemos sentirnos incómodos, por no estar en la misma onda que la mayoría. Esto puede generar comportamientos compulsivos en algunas personas. Por ejemplo, hacia el propio uso de las redes sociales. No olvidemos que los humanos somos animales sociales. Crear lazos con otras personas es muy importante para nosotros, psicológicamente hablando, por lo que las modas no dejan de ser una forma de sentirnos parte del grupo.
El Kinder Sorpresa nunca fue algo viral, pero los Sonny Angels sí. Por eso, aunque hay muchos juguetes que podemos encontrar por sorpresa, estos son los que verdaderamente han causado sensación. Los que todo el mundo quiere, porque todo el mundo enseña en un altavoz tan inmenso como las redes sociales.
Nostalgia, novedad y Sonny Angels
Otro punto fuerte de los Sonny Angels es que suponen una mezcla perfecta de nostalgia y novedad. Por un lado, no dejan de ser juguetes, por lo que nos recuerdan la infancia. Esa época en la que normalmente no teníamos grandes problemas y no sentíamos que tuviésemos nada fuera de nuestro control. Eso genera mucha paz en nuestro cerebro. Y también muchísimo bienestar. Se ha visto que sentir nostalgia puede incluso reducir la sensación de dolor.
Pero volvemos al Kinder Sorpresa. ¿Por qué no nos genera la misma nostalgia? Al fin y al cabo, es algo que la mayoría sí que consumíamos de pequeños. Aquí entra en juego el otro truco de los Sonny Angels: la novedad.
La novedad se controla en el cerebro en una región conocida como sustancia nigra/área segmental ventral (SN/ASV). Esta, a su vez, está muy relacionada con el hipocampo y la amígdala, dos regiones implicadas en la gestión de las emociones, la memoria y el aprendizaje.
Existen estudios que demuestran que cuando nos exponemos a un estímulo nuevo y se activa ese sistema SN/ASV se activan también los sistemas de recompensa y se produce una sensación de placer. Esto ocurre porque, en realidad, la novedad nos aporta experiencias y aprendizajes que pueden ser enriquecedores. Por eso nuestro cerebro lo incentiva.
En definitiva, los Sonny Angels tienen todo lo necesario para triunfar si nos ceñimos al funcionamiento de nuestro cerebro. Como cualquier moda, cuando todo el mundo los conozca, ya no se vean tanto en redes sociales y dejen de generarnos FOMO caerán en el olvido. Como mucho, volverán dentro de muchos años, cuando enciendan el botón de nuestra nostalgia. Pero ya no habrá una fiebre tan grande, porque habrán dejado de ser novedad.