El efectivo ya no es el rey: las 3 alternativas por las que apuestan los inversores
Hace justo un año, si los mercados de valores se agitaban o caían peligrosamente, los inversores podían recortar un poco sus posiciones y aparcarlas en fondos del mercado monetario similares al efectivo que rendían algo más del 5%.
Hoy, las alternativas al efectivo rinden algo menos. Aun así, se mantienen cerca o por encima del 4,5%, lo que supone una rentabilidad tentadora a cambio de ningún riesgo. Pero a medida que entre el ciclo de recortes de los tipos de interés, las ventajas de mantenerse al margen disminuirán y los inversores tendrán que replantearse su estrategia.
Aunque la ventaja de un activo de bajo riesgo con un rendimiento decente parece un buen negocio, en realidad perjudicó a algunos inversores, según el CIO de Siebert, Mark Malek. Así, los que tenían necesidades de liquidez, pero optaron por quedarse en efectivo de todos modos, se perdieron un buen año para el S&P 500.
«Voy a decir algo controvertido, que es que no teníamos tantas conversaciones de este tipo cuando los mercados monetarios estaban casi a cero«, asegura Malek. «Los clientes no tenían otras alternativas, así que ponían su dinero a trabajar en los mercados de renta variable o en los mejores bonos que podían encontrar. Mucha gente debería haber invertido en renta variable y probablemente habría obtenido grandes rendimientos», sostiene.
La principal ventaja que ofrecen los mercados monetarios a los inversores es un rápido acceso al efectivo, seguido de un bajo riesgo y, después, una rentabilidad decente. El primero es más difícil de igualar. Pero los dos últimos pueden encontrarse en bonos del Tesoro, pagarés y obligaciones, según Malek. Si se decantan por los bonos del Tesoro a más corto plazo, los inversores podrán satisfacer sus necesidades de liquidez.
«Es ahí donde toda la conversación cambió, porque ahora dices ‘Vale, podemos meterte en un bono a tres meses, pero entonces querrás mantenerlo'», apunta Malek. Además, asegura que nunca aconsejaría a un cliente que necesita liquidez ir más allá y comprar un billete a dos años.
De todos modos, la curva de rendimientos está invertida, lo que significa que no hay prima por plazo, y que los mejores rendimientos se obtienen desde el Tesoro a un mes hasta el Tesoro a seis meses.
Para Malek, se trata de calibrar las necesidades de liquidez y luego ceñirse a las letras o buscar pagarés más antiguos que estén a meses de su vencimiento. El principal problema de invertir a corto plazo es el riesgo de refinanciación, que se produce cuando los rendimientos son menos favorables una vez que vence el Tesoro actual.
En el caso de los inversores que no tengan necesidades inmediatas de liquidez, Malek aconseja una letra a seis meses con un rendimiento del 4,5%, ya que espera que los tipos sean 75 puntos básicos más bajos para entonces. Si surgen necesidades de liquidez, los inversores podrían vender para obtener beneficios si el ciclo de recortes de la Reserva Federal es más pronunciado de lo esperado, pronostica.
Asimismo, cree que los inversores con un poco más de apetito por el riesgo que quieran mantener un rendimiento ligeramente superior al 5% deberían considerar los bonos corporativos con grado de inversión, que tienen calificaciones de AAA a BB.
Alternativas al dólar
Aunque los recortes de los tipos de interés están detrás del alejamiento del efectivo, hay otros factores que hacen que el dólar, en general, sea un mal lugar para invertir ahora mismo, según el CIO de Catalyst Funds, David Miller.
«La inflación sigue presente, aunque no sea tan alta como antes. El déficit federal sigue disparándose. Y la armamentización del dólar frente a países como Rusia lo ha hecho menos atractivo a escala mundial», señala Miller.
Ante estas preocupaciones adicionales, Miller apunta que la alternativa más cercana serían el oro. Los grandes capitales ya están compitiendo por él y, además, su demanda por parte de los bancos centrales alcanzó su máximo en una década en 2022 y 2023. Aunque se ralentizó en 2024, en el segundo trimestre aumentó un 6% con respecto al año anterior, según el Consejo Mundial del Oro.
Los inversores pueden sentirse incómodos con este activo cuando alcanza precios máximos cercanos a los 2.800 dólares por onza. No obstante, hay que tener en cuenta el valor del dólar en ese contexto, señaló Miller. En pocas palabras, la oferta monetaria M2, que incluye efectivo y alternativas al efectivo, se ha disparado desde 2020 en más de un 36%, degradando el dólar.
Para los inversores que buscan esa alternativa de oro, Millers les recomienda comprar monedas, barras e incluso ETF de oro.
Los inversores más propensos al riesgo también ven como alternativa el bitcoin. El martes superó los 71.000 dólares, cerca de sus máximos históricos a medida que crece la demanda de cobertura. Aunque tiene una liquidez similar a la del efectivo, es mucho más especulativa, advierte Miller.